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jueves, 13 de agosto de 2015

Alemania debe perecer (1)



Nota del traductor-editor.

Lo primero que destaca en este libro, escrito en 1941, es el empeño de demonizar a Alemania, de representarla como el país belicista por antonomasia, el gran perturbador de la paz mundial, el agresor de naciones pacíficas, “democráticas” y prósperas y de ponerle unos rasgos de crueldad y maldad atávicos. Cuando el autor cree que lo ha conseguido pasa a aplicarle la SOLUCIÓN FINAL, el exterminio de todo el pueblo Alemán.

¿Es Alemania tan belicista y despiadada como la representa este autor judío? En modo alguno, el capitán Russell Grenfell al servicio de la marina inglesa durante más de treinta años y autor de libros de estrategia como: Sea Power (1941), o The Main fleet to Singapore (1951), nos indica en su libro “Odio Incondicional” página 64, que desde 1815 a 1907 Inglaterra había participado en 10 guerras, Rusia en 7, Francia en 5, Austria en 3 y Alemania en otras 3.

Otro autor, Ralph Franklin Keeling, en su obra Gruesome Harvest, página132, nos remite al escritor Pitirim Sorokin quién en su volumen III parte II página 352 señala que el porcentaje de años en guerra desde el siglo XII hasta 1925 de los principales países europeos fueron los siguientes:


País % de años en guerra.

España 67
Polonia 58
Inglaterra 56
Francia 50
Rusia 46
Holanda 44
Italia 36
Alemania 28

Creo que esto es lo suficientemente elocuente como para resaltar la tendenciosidad y mala voluntad de Theodore N. Kaufman.



Todo país desde que se hace poderoso tiende a expandirse más allá de sus fronteras. En Europa podemos decir que Francia es uno de los más notorios ejemplos; desalojando a los Visigodos del sur de las Galias en la Alta Edad Media, luego la expansión con Carlomagno, le sigue después su expansión en Italia en los siglos XV y XVI, a continuación vendrían Luis XIV, Napoleón Bouonaparte, Napoleón III y la expansión imperial de la Tercera República. Hoy en día continúan con el neocolonialismo económico, industrial-financiero en sus antiguas colonias de África y en otras partes del Mundo. Esto es una constante para los países poderosos.

Norteamérica es hoy la potencia hegemónica; en 1956, con la crisis del Canal de Suez, se vio que no se conforman con la Doctrina Monroe de “América para los Americanos” (que pretendiendo “defender” a los sudamericanos los reservaba como su área de influencia hegemónica), sino que ya el Mediterráneo era también para los Americanos. No hay una región del mundo donde los norteamericanos no coaccionen, amenacen, apliquen embargos, ataquen con sus aviones o invadan.

Theodore N. Kaufman cita libros y autores expansionistas alemanes que aspiraban a un gran imperio para su país; soñaban con lo que ya otros habían materializado. Inglaterra ya era la reina de los mares con un inmenso Imperio; Francia controlaba vastas zonas de África y puntos estratégicos en otros continentes; cuando Norteamérica con la doctrina del Manifest Destiny se había apoderado de más de 2 millones de kilómetros cuadrados en una guerra con México y amenazaba con tragarse el Canadá y empezaba a agredir a la América Latina, principalmente a los países caribeños. La doctrina del Manifest Destiny es el equivalente Americano de las pretensiones alemanas. El Senador Albert J. Beveridge:“….El comercio del mundo debe ser nuestro y lo será… y lo conseguiremos de la manera que nos enseñó nuestra madre Inglaterra… grandes colonias gobernadas por sí mismas, pero enarbolando nuestra bandera y comerciando con nosotros…”.[1] William D. Rogers ha descrito las intervenciones de Estados Unidos en las campañas electorales en Argentina y Chile[2]. En el testamento del mayor general norteamericano Smedley D. Butler: “…. contribuí a que México quedase disponible a los intereses petroleros americanos en 1914. Ayudé a hacer de Haití y Cuba sitios adecuados para los chicos del National City Bank obtuviesen beneficios. Presté mi contribución en la pacificación de Nicaragua para la Banca Internacional de Brow Brothers en 1909-1912. Saneé la República Dominicana para los intereses azucareros norteamericanos en 1916. Ayudé a preparar a Honduras para las compañías fruteras norteamericanas en 1.903. En 1927, en China, me ocupé que la Stándard Oil no fuese molestada…cuando pienso en ello, me parece que podría haber hecho algunas sugestiones a Al Capone. Lo más que éste pudo hacer fue cooperar con ilícitos negocios en tres distritos. Los infantes de Marina operábamos en tres continentes”[3]. El teólogo americano Reinhold Niebuhr “…..: salvo en momentos de aberración, no nos consideramos como amos potenciales, sino como los tutores de la humanidad en su peregrinaje hacia la perfección”[4].

El periodista y dibujante Frederick Remington mandado por el empresario Hearst a Cuba le dijo a su jefe:”nada que señalar. Todo está en calma. No habrá guerra. Quisiera regresar”. Hearst le respondió: “Le ruego que se quede. Facilíteme ilustraciones, yo le facilitare la guerra”. [5]

Para invadirnos -escribía el senador de la República Dominicana Jacinto López- no han enviado un ejército, sino una horda, a juzgar por los constantes atropellos que comenten contra nuestros hombres, mujeres y propiedades… esta soldadesca ha cometido mil barbaridades contra un pueblo indefenso, el despotismo militar de las fuerzas invasoras no tiene límites .[6]

John Fiske recorrió más de 50 Estados y universidades norteamericanas dando conferencias sobre el Manifest Destiny para fomentar el expansionismo norteamericano.[7]

Aunque podríamos aún citar más frases de otros autores, lo dejamos así como muestra de que también a los norteamericanos no les han faltado predicadores imperiales.

Theodore N. Kaufman hace una proclama genocida hacia el pueblo alemán pero previamente le atribuye una “multisecular e innata avidez …. Por conquistas y matanzas masivas[8] o “… tal culto de matanzas masivas y de destrucción como lo ha hecho Alemania y sus pueblos[9] o le atribuye “sed de matanzas”[10].

Si leemos la Biblia podemos ver como los propios judíos admiten numerosos genocidios y matanzas masivas; así en la Biblia (Deuteronomio 7: 1-2 ): “Cuando el Señor Dios tuyo te introdujere en la tierra que vas a poseer, y destruyere a tu vista muchas naciones, al heteo, y al gergeceo, y al amorreo, al cananeo, y al fereceo, y al heveo, y al jebuseo, siete naciones mucho más numerosas y robustas que tú (….) has de acabar con ellas sin dejar alma viviente…” y continua en ídem 7:16 “Exterminarás todos los pueblos que tu Señor Dios pondrá en tus manos, no se apiaden de ellos tus ojos…”. La magnitud de este genocidio queda patente al confrontar Éxodo 12: 37 donde se narra la salida de Egipto del pueblo hebreo: “Partieron (….) en número de unos seiscientos mil hombres de a pié, sin contar los niños”. Estos siete pueblos, muchos más numerosos, fueron exterminados por Israel cuya población no mermó tras vagar 40 años por el desierto gracias al maná. Haciendo equivaler 680.000 a 1 ¿Es dos mucho más numeroso que uno? En modo alguno, es escasamente algo más numeroso. ¿Son tres mucho más numerosos que uno? Podemos decir que son más numerosos pero no mucho más numerosos. Podríamos decir que con seis o siete ya empieza a ser mucho más numerosos, pero dejémoslo en tres y medio como cifra prudencial y nada exagerada y nos dará, aproximadamente, la cantidad de víctimas exterminadas por el pueblo judío en esa ocasión, unos 2.082.000 de seres humanos, descontando un 25 % de la población masculina muertos en combate directo. Naturalmente con estos genocidios la Biblia no agota el repertorio de los pueblos exterminados por este pueblo tan particular. De fuentes históricas del mundo antiguo y moderno también se pueden extraer grandes cantidades de víctimas por matanzas, financiación de guerras, tráfico de esclavos, (en la cual se especializaron ya desde el mundo antiguo y siguieron con este comercio hasta el siglo XIX) y por el comunismo, ideología judía al 100 por 100, con jerarquía judía mayoritaria. Podríamos adelantar la cifra de unos 120 o 140 millones de víctimas que han perecido por la mano de Israel, principalmente por el comunismo y la esclavitud.

Kaufman que no tiene reparos en hablar de la sacralidad de la vida humana[11] y censura lo que él considera la intolerancia de Alemania, no tiene el más mínimo reparo, como prueba de su tolerancia, en condenar al genocidio, no ya a un inocente sino a 15 millones de ellos[12].

Muchas de las afirmaciones y expresiones que usa Kaufman como: “los sufrimientos y dislocaciones causadas únicamente por la prosecución de sus ideales megalomaniáticos y demoníacas aspiraciones de Alemania”[13] se las podrían atribuir perfectamente a él o a la mentalidad de su pueblo o al movimiento mesiánico Sionista de dominación mundial; o cuando afirma que los alemanes han decidido que su raza ha sido elegida por Dios para imperar en el mundo moderno.[14] Etc, etc.

Cuando habla de confederación mundial de naciones como el fin último, y absolutamente inevitable, de la raza humana[15] y cuando fustiga lo que él llama intolerancia, se le trasluce su escala de valores masónicos que se pueden detectar a lo largo de la obra.

Finalmente podemos decir que esta obra repercutió negativamente en el trato dado a Alemania durante la guerra y después de la misma. Con el terrorismo de los bombardeos sobre las ciudades que causaron cientos de miles de víctimas, principalmente ancianos, mujeres y niños. El Plan Morgenthau pudo ser influido por esta obra o Morgenthau pudo influirle a él. Las matanzas, principalmente por malos tratos y una forzada carencia alimenticia, provocaron, por inanición y enfermedades, millones de muertes inmediatamente después de la derrota de Alemania, prolongándose por lo menos cuatro años después de terminar la 2ª Guerra Mundial, afectando a su ejército y población: con 1 y 5 millones de muertos respectivamente[16].

El que periódicos judíos de gran tirada como el New York Times y el Washington (D.C.) Post calificasen positivamente este libro tan despiadado nos puede dar una idea del pensamiento de las elites judías norteamericanas de aquellos tiempos.

Es una obra para la eternidad.

http://www.adecaf.com/geno/dresde/dresde/alemania%20debe/alemania%20debe%20perecer.html

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