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viernes, 26 de agosto de 2011

La bandera de la plaza y una maldición pendiente


Cuentan que hace muchos años llegó al pueblo  un caminante en mitad de una terrible tempestad. Era un hombre solo, alto, torvo, penosamente apoyado en una larga vara rematada en imágenes, dicen que paganas, y embozado bajo un sombrero de ala ancha, que con  voz honda y marcado acento extranjero, pidió  asilo para pasar la noche. Tantos como lo encontraron, dieron al instante media vuelta y huyeron de él como del maligno. Tal vez le tomaron por un infiel, tal vez por uno de esos malvados espíritus que como es bien sabido moran los ibones de puerto y se llevan a los hombres, o tal vez sólo temieron que se tratara de un peligroso hechicero. El caso es que olvidando la tradición de dar cobijo al peregrino, le cerraron tantas puertas como tentó, y cayendo ya la noche, se vio forzado a dejar el poblado alejándose hacia el sur por el curso del rio. Se marchó, quizá con la esperanza de encontrar alguna caridad más adelante, quizá con la leve esperanza de hallar algo de albergue en lo más profundo del bosque, y al cruzar sobre el puente de Los Peregrinos se detuvo en lo más alto y miró sobre sus pasos. Desde allí aun podía ver  la aldea que dejaba atrás envuelta en la ventisca y desde allí lanzó una maldición contra sus moradores y sus hijos: arderéis dos veces, gritó, y al fin desapareceréis  para siempre bajo las aguas de este riachuelo.

viernes, 12 de agosto de 2011

Libertalia y los piratas

Carlos, 1995
José Manuel Rambla

Mientras el siglo XVIII daba sus primeros pasos, dos hombres decidieron compartir una determinación. Eran un joven idealista, ávido de viajes y aventuras, cuyo nombre se ignora pero que sería recordado como el capitán Misson, y Caraccioli, un dominico que escondía bajo sus hábitos un espíritu anticlerical y vitalista. Con ellos la piratería superó los límites del pillaje para concebirse como arma para la defensa de los derechos y libertades del pueblo y para la lucha contra la tiranía, la opresión y la pobreza. Aquella voluntad les llevó a costas africanas. Allí, en una bahía de Madagascar, Misson y Caraccioli, junto al resto de sus compañeros, hicieron realidad sus sueños. Surgió así Libertaria, una república pirata donde la esclavitud fue prohibida, donde negros y blancos eran iguales, donde la riqueza era colectiva y donde se ideó un nuevo idioma que rompiera las barreras culturales que separaban a sus habitantes.

domingo, 7 de agosto de 2011

Incluso en estos tiempos

Damián
La dependienta del bazar chino, 1995
Me doy cuenta que hay gente que va por la calle sin imaginar que salta precipicios al bajar de una banqueta, que la cajera es en realidad un vampiro maquillado para vivir de día, que las maestras que cuidan la fila son unas brujas que comen niños en taquitos dorados, por puro placer.
En esta gran pecera que se rompe cada noche, todos despertamos y acomodamos los ojos al nuevo sol.