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martes, 27 de febrero de 2018

Sirenas


[...] Circe me tomó de la mano y me hizo sentar lejos de mis compañeros y, echándose a mi lado, me preguntó detalladamente. Yo le conté todo como correspondía y entonces me dijo la soberana Circe:
Escucha ahora tú lo que voy a decirte y lo recordará después el dios mismo: Primero llegarás a las Sirenas, las que hechizan a todos los hombres que se acercan a ellas. Quien acerca su nave sin saberlo y escucha la voz de las Sirenas ya nunca se verá rodeado de su esposa y tiernos hijos, llenos de alegría porque ha vuelto a casa; antes bien, lo hechizan éstas con su sonoro canto sentadas en un prado donde las rodea un gran montón de huesos humanos putrefactos, cubiertos de piel seca. Haz pasar de largo a la nave y, derritiendo cera agradable como la miel, unta los oídos de tus compañeros para que ninguno de ellos las escuche. En cambio, tú, si quieres oírlas, haz que te amarren de pies y manos, firme junto al mástil -que sujeten a éste las amarras-, para que escuches complacido, la voz de las dos Sirenas; y si suplicas a tus compañeros o los ordenas que te desaten, que ellos te sujeten todavía con más cuerdas. [...]

miércoles, 21 de febrero de 2018

De como querer y matar en una lengua extranjera


Habla George Steiner en Los idiomas de Eros de lo que significa hacer el amor en lenguas distintas. Relata ahí, en uno de esos libros que nunca llegó a escribir por el pudor de revelar demasiadas intimidades, sus propias experiencias con cuatro diferentes idiomas. Los tabús, el deseo, los límites de lo que es aceptado cambian de una lengua a otra, representado todo el peso cultural que llevan detrás. Se considera por ello un privilegiado al haber podido indagar en ese donjuanismo semántico del que tan poco sabemos.

A pesar de que se ha estudiado el plurilingüismo en las artes amatorias sí que conocemos mucho los efectos del lenguaje más allá de sus beneficios comunicativos. Uno de los aspectos más interesantes de los segundos, terceros, o cuartos idiomas, aquellos que aprendemos más allá de nuestras lenguas nativas, es que nos permiten pensar de una forma más racional, utilitarista, reduciendo aquello que se conoce como un sesgo de decisión y aumentando el interés en el bien común.