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lunes, 22 de noviembre de 2010

Canfranc ¡Ya no hay Pirineos!



En las viejas estaciones ferroviarias se respira una atmósfera especial, la misma que impregnaba las vías cuando los viajeros esperaban al ruidoso y acogedor tren, como en este caso, el edificio acumula casi un siglo de historia a sus espaldas, y está situado en un privilegiado enclave del Pirineo oscense, la visita es pura devoción.


El viajero ha recorrido muchas veces la majestuosa estación de Canfranc y siempre le ha asaltado un hondo abatimiento, a caballo entre la melancolía y la indignación, a medida que ha ido contemplando su progresivo deterioro. De unos años a esta parte, afortunadamente, esa amarga sensación se ha esfumado, porque se ha acometido una ambiciosa remodelación que le ayudará a recobrar parte del esplendor perdido. Ya no será lo mismo, desde luego, porque los visitantes no podrán recorrer en soledad, como antes, ese vestíbulo alfombrado de legajos, ni curiosear en las antiguas taquillas de porte decimonónico, ni asomarse a los mostradores preñados de pequeñas historias cotidianas. 




 Estampa de otra época, sus andenes vacíos y sus edificios herrumbrosos han sido siempre todo un ejemplo de resistencia, la encomiable tenacidad del perdedor que se niega a doblar la rodilla. Cuando contemple sus inconfundibles techados de pizarra, piense que está ante todo un símbolo del Alto Aragón, la expresión de un anhelo colectivo: la ansiada reapertura de la línea ferroviaria que unía Francia con España, un proyecto eternamente aplazado sobre el que parece pender una sentencia de muerte que nadie se atreve a firmar.


Un Viernes Santo de 1970, un tren que se dirigía camino de la localidad francesa de Bedous sufrió un accidente en el puente de L´Estanguet y cayó al río. No hubo víctimas, pero el contratiempo era la excusa que necesitaba la SNCF, la red ferroviaria francesa, para cerrar la línea, que había sido inaugurada 42 años antes por todo lo alto por Alfonso XIII y Gastón Doumergue, el presidente galo, tras casi medio siglo de obras. Sólo abrirse camino en las entrañas del macizo pirenáico través de un túnel de casi ocho kilómetros, una tarea ingente para la época, costó cuatro años. Cuando las dos galerías de avance se encontraron por fin en octubre de 1912, españoles y franceses gritaron al unísono: “¡Ya no hay Pirineos!”.



Canfranc es el último pueblo español por la carretera que lleva desde Jaca hasta el túnel de Somport en la frontera francesa. Muy frecuentado en la temporada de esquí por la cercanía de las estaciones de Candanchú o Astún, es mucho más tranquilo en la época en el que el blanco de la nieve deja paso al verde de los pastos pirenaicos enlucidos por el agua del deshielo. Dividido en dos localidades, Canfranc pueblo, el núcleo primitivo de población, y Canfranc estación, surgido espontáneamente con el asentamiento de los trabajadores que construyeron la majestuosa Estación Internacional. Inaugurada en 1928 por el rey Alfonso XIII, dejó de utilizarse en 1970 para el tráfico transfronterizo de ferrocarriles. 
La estación es el símbolo del pueblo y sirvió para la huida desde Francia de cientos de judíos perseguidos por los nazis o para el paso del oro con el que Hitler pagó a Franco por el wolframio gallego que necesitaban los alemanes para blindar sus tanques. También fue un nido de espías: los oficiales de las SS celebraron fiestas en Canfranc con españolas que hicieron de correos para los aliados. No hay que perder la ocasión de viajar en el único tren que sigue funcionando, el «Canfranero», que hace la ruta desde Zaragoza, aunque el trayecto desde Jaca basta para admirar el increíble paisaje con escarpados desfiladeros y puentes asomándose al vacío.




http://www.larazon.es/noticia/8998-historia-leyenda-y-naturaleza-por-jesus-maria-pascual

sábado, 6 de noviembre de 2010

Te la estás jugando, Felipe

ANALISIS DE UN VIEJO COMPUESTO DESCONOCIDO


Símbolo químico: Mu
Peso atómico: 50 Kg (media ponderada) Se dan en la naturaleza muchos isotopos de geometría y tamaño muy diverso.
Historia: Cuenta la leyenda que el elemento fue descubierto por el alquimista Adán, quien entusiasmado por el descubrimiento, abordó de inmediato su estudio. No obstante, poco después, convencido de su peligrosidad y difícil manejo, abandonó sus investigaciones. Algo se ha avanzado desde entonces, pero aun es mucho lo que resta por saberse de este compuesto. 
Estado natural: Se encuentra en la naturaleza en grandes cantidades (siempre sobre la superficie) y puede presentar diversos coloridos, siendo el amarillo el más abundante o común.
Propiedades físicas: Elemento muy inestable que tiene un periodo de semi-desintegración de 28 días aproximadamente. Frágil, quebradizo  y nada maleable. Entra en ebullición o se congela por razones misteriosas no necesariamente relacionadas con la temperatura. Pierde agua en forma de lagrimas ante la menor contrariedad y se puede  tornar en sumamente volátil, aunque tampoco se conoce bien el desencadenante de esta última característica.
Propiedades químicas: Extremadamente reactivo. Capta azufre (proceso de sulfurización) con suma facilidad. Fácilmente acomplejable incluso con los ligandos más extraños. Gran afinidad por el oro (Au), plata (Ag), platino (Pt) y piedras preciosas. Reductor muy enérgico. En principio y dado su sabor amargo, se le consideró un ácido, aunque la ciencia moderna tiende ahora a relacionarlo con las sales (tal vez NaOH) Su valencia más común es 1 (por falta de reactivo); pero puede actuar con otras muy superiores: poligamorfia. Por su facilidad para precipitar ante la presencia de determinados elemento ricos en oro, se le considera una substancia peligrosa y por su facilidad para desalojar a todos los elementos de su familia, se le incluye en el grupo de las "Tierras raras"
Ensayos organolépticos: Olor; en general agradable. Sabor; indescriptible. Tacto; macizo o blando o macizo y blando.
Usos: Muy ornamental y excelente afrodisíaco.
Precauciones: Dada su gran reactividad, sobre todo en caliente, debe manipularse con cuidado ya que puede resultar explosiva. En caso de intoxicación por contacto abusivo, se recomienda reposo, recurrir a las viejas amistades y recuperar las cervezas del pub.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Cartas para Nicanor - Halloween

Tal y como yo lo veo Nicanor, es cierto lo que dices (y no se si ya debería preocuparme). No tanto, como es lógico en mi caso, por lo que supone esto de retroceso en la tradición, si no por lo que tiene de colonización cultural gratuita y mansamente aceptada. La verdad es que solo puedo decir lo que ya te he dicho muchas veces: es un hecho que la gente se separa de la Iglesia, pero esto que en principio podía ser un motivo de alegría para muchos de los que aspirábamos a vivir por fin en una sociedad más laica, en la práctica está empezando a suponer un verdadero problema, incluso a veces de convivencia. La verdad, da la impresión, o a mi me la da, que una buena parte de esa sociedad que se llama a si misma descreída, está en realidad desamparada, y lo que es peor, sin un código ético sólido por el regirse en el día a día, lo que la expone a un sin fin de aprovechados que no dudan en reciclarla para su causa. 
Es triste pero hay que reconocerlo; no estamos a punto, tenemos que seguir madurando y queda aun un largo camino. Por el momento parece claro que mucha gente todavía necesita una iglesia que de cobijo a sus miedos y canalice sus anhelos. La necesita tanto, que la busca desesperadamente. Tan desesperedamente, que la está encontrando donde no la hay. 
Los cambios necesitan su tiempo y necesitan tranquilidad. Los intentos de forzar la máquina parece que siempre desembocan en catástrofe.


Malos tiempos, amigo.