Ante la inevitable caída del imperio, los máximos responsables políticos y económicos intentan persuadir a la ciudadanía de que “dolorosas” reformas son necesarias para la reconstrucción de sus ruinas. El miedo y la incertidumbre se convierten en aliados de los causantes de este desaguisado, que amenazan y aluden a la inexistencia de alternativas y al estúpido argumento de que el capitalismo es el menos malo de los sistemas conocidos. A lo largo de la historia no recordamos soluciones mágicas, pero sí existen medidas de sentido común que caminan justo en la dirección contraria a las que nos impone un sistema, con un notable déficit democrático, y que está blindado por fuerzas armadas dispuestas a emplear otra de las violencias sin contemplaciones.
Lord Keynes decía que “la dificultad no es tanto concebir nuevas ideas como saber librarse de las antiguas”. A pesar de la evidente crisis del sistema, los gurús de la debacle aplican la máxima del ex presidente de E.E.U.U., Harry Truman, “si no puedes