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sábado, 31 de julio de 2010

La decisión siempre será de la mujer

Glenys Álvarez



Se estima que más de 40 millones de abortos, legales e ilegales, ocurren en el mundo cada año; aproximadamente, nos dice la Organización Mundial de la Salud, uno de cada cinco embarazos termina en aborto. Esta cifra, por supuesto, varía enormemente debido a la polémica alrededor del tema pues, aunque el 61% de la población en 54 países puede hacerse un aborto de forma legal, los demás países tienen leyes que penalizan a la mujer por ello, lo que lleva a la ilegalidad de la cirugía que a su vez la capitaliza, convirtiéndola en un riesgo innecesario para las mujeres de bajos recursos, una deuda para la clase media y un procedimiento sin inconveniencias para las que tienen dinero.

Ahora bien, teniendo en cuenta la evolución de la hembra primate y la energía que ésta invierte en el proceso reproductivo, es indudable que la decisión sobre su embarazo debe caer completamente sobre ella. El hombre, que puede o no haber ofrecido su compromiso con la cría y la relación, debe contentarse con el papel que la mujer le otorgue en el asunto ya que, por más que lo desee, su inversión no igualará a la de la mujer, por lo menos, no en los primeros años; ni su vida estará nunca en peligro por traer a nuestro mundo bípedo, un cabezón prematuro a través de un canal de parto estrecho; son las anomalías inherentes de evolucionar en vez de haber sido diseñados.
Estas inconveniencias, sin contar con todo el embrollo reproductivo que nos ata durante la mayor parte de nuestras vidas a irregulares ciclos hormonales que cambian nuestro humor con la frecuencia que llegan las cuentas por pagar, son parte del mundo femenino, y si no hubiésemos sido avasalladas durante tanto tiempo nunca nos hubieran arrebatado nuestros derechos de esa forma. Las mujeres hemos peleado, pataleado y protestado; poco a poco ganamos pequeñas batallas aquí y allá, pero la guerra final está muy lejos de ser conquistada. No mientras aún se nos nieguen las potestades más básicas, como el poder de decidir sobre nuestros propios cuerpos.

El papel de la religión en la esclavitud femenina es relevante y ya hemos escrito de ello profusamente aquí. La ilegalidad del aborto pertenece a los residuos de esa esclavitud. Es el cinturón de castidad de antaño, ese deseo de gobernarnos y de negarnos el derecho a resolver nuestras vidas como si fuéramos niñas incapaces de tomar una decisión madura e informada sobre nosotras mismas. Hillary Clinton dijo una vez que en todos sus viajes por el mundo, jamás conoció unamujer que fuera pro aborto. Todas las que desean su legalización lo único que ansían es el poder de tomar una decisión. La idea no es obligar a abortar, no somos fanáticos dementes como tantos creyentes. Si usted desea tener once hijitos, pues está en todo su derecho si puede usted sostenerlos, si no es el caso, entonces es una muy cruel e ignorante libertad, la misma que tiene para usar un sin número de tratamientos anticonceptivos, incluyendo el aborto, para cuando todo lo demás falla; si es que desea sacar la cabeza de la arena religiosa y usar la razón.
Por ello insto a leer de nuevo la faena de la hembra primate Homo Sapiens. Considere bien toda la energía, las limitaciones y el riesgo de su propia vida que ella invierte en una cría, las transformaciones a las que la selección natural la ha sometido y las muchas formas en que puede quedarse sola criando a sus hijos. Si ha entendido bien la magnitud de la labor de estas primates femeninas, entonces le dará usted el derecho a elegir sobre su cuerpo. Eso es, en mi opinión, ser una persona racional y darle uso a ese enorme cerebro que hemos desarrollado y que tanto le ha costado a mamá traer al mundo y cuidar, desde que se enderezó e, irreversiblemente, se apeó de las ramas.

sábado, 24 de julio de 2010

Saudade da baia



En el amor, y en el boxeo todo es cuestión de distancia. Si te acercas demasiado me excito, me asusto, me obnubilo, digo tonterías, me echo a temblar, pero si estás lejos sufro, entristezco, me desvelo y escribo poemas.

Cristina Peri Rossi
Imagen: Ramón Ventura

jueves, 15 de julio de 2010

África en venta


Hace siglos millones de jóvenes y sanos africanos fueron vendidos como ganado por las potencias europeas y árabes. A continuación Europa se repartió el continente y como su propietario hizo lo que le vino en gana con él.

Hoy oficialmente los diferentes países africanos son independientes, y oficialmente la esclavitud no existe. Pero África y sus habitantes siguen siendo esclavos. Se esquilman (explotan) sus riquezas: petróleo, diamantes, coltan, recursos pesqueros, etc., y sus tierras fértiles y exuberantes, sólo se utilizan para los monocultivos destinados a la exportación: café, cacao, algodón, etc. Es sólo una nueva forma de esclavitud.


Los países del África negra, enormemente endeudados con las potencias occidentales son rehenes de esas deudas. Esos prestamos van unidos a políticas impuestas desde el FMI, BM y los distintos acreedores. Muchos de estos países están gobernados por políticos y oligarcas corruptos, muy sumisos ante las imposiciones exteriores. Otros muchos no corruptos, se ven obligados a cumplir lo que se le impone desde las IFI’s (instituciones financieras internacionales).

El paradigma de toda esta vergüenza lo tenemos entre otros sitios ahora mismo en Madagascar. Corea del Sur, a través de grandes corporaciones internacionales como Daewoo ha comprado un 40 % del territorio fértil de Madagascar. Este territorio se dedicará en exclusiva al cultivo de grano para la exportación, casi todo transgénico.

El movimiento campesino, muy organizado en Madagascar, principalmente a través de Vía Campesina, defiende la soberanía alimentaria, algo que choca frontalmente con los principios del gran capital, que condenan al hambre a millones de personas, para llenar nuestros obesos estómagos, y la insaciable voracidad de agrocombustibles de nuestros vehículos. Y de camino especular y hacerse ricos con los stocks agrícolas.

El gobierno manda cargar contra los manifestantes pacíficos que protestan en contra de esta venta. Ya van varios cientos de muertos, muertos absolutamente invisibles, absolutamente inexistentes para nosotros. Aquí, no interesa que se sepa, que no sólo matan las políticas capitalistas salvajes, condenando al hambre y a la miseria a tantos pueblos, en este caso a través de un gobierno vendido, sino que esas políticas salvajes y esos gobiernos vendidos, matan directamente con las armas a los pueblos para acallarlos.

Si la naturaleza y la humanidad tienen un futuro, ese pasa entre otras muchas cosas por cambiar el modelo que nos quieren imponer de agricultura intensiva, con enormes plantaciones de monocultivos, en muchos casos transgénicos, que no hacen sino esquilmar (explotar) las tierras y dejarlas desérticas. Enormes plantaciones dedicadas en exclusiva para la exportación, para cuyo transporte se consumen ingentes cantidades de carburante a la vez que dejan a los pueblos sin los medios de subsistencia tradicionales.

Una agricultura sostenible y una soberanía alimentaria, son hoy no solo deseables, sino absolutamente imprescindibles si queremos combatir el hambre y el cambio climático. Pero desde luego, esto no es algo que en algún momento contemplen los países poderosos. Pero pensemos, ¿cuantas personas tienen que morir aún sin que nos demos por enterados?, ¿a quien le importa África y sus habitantes?

Ana Mª Rueda Alegre

viernes, 2 de julio de 2010

Familia feliz



Todas la familias felices se parecen mucho, pero las desgraciadas lo son cada una a su manera

León Tolstoi (Anna Karenina)


Imagen: Orosia Sarasa (óleo sobre lienzo)