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sábado, 27 de septiembre de 2014

En el siglo XVI, los esclavos blancos allanados por los musulmanes superaban en número a los africanos deportados a América.


"¿Hay moros en la costa?", decimos todavía hoy para significar la presencia de alguien no particularmente grato. ¿Saben por qué?            



¡Quién lo había de decir! La trata de esclavos, esa infamia que, según musulmanes, africanos y europeos etnomasoquistas, constituye la mayor lacra de Europa, ahora resulta que fue ampliamente superada, al menos en los siglos XVI y XVII, por la cometida contra los nuestros por parte del islam. Es cierto, es cierto: el “tú más” no justifica nada. La trata de esclavos negros fue una indignidad tan aborrecible como injustificable. Pero hay una pequeña diferencia: nosotros la reconocemos y deploramos (hoy en día hasta exagerando los zurriagazos). Ellos, en cambio —el mundo musulmán—, no reconoce ni deplora nada. Hay otra diferencia además: cuando nos querían arrebatar a los nuestros, los europeos combatimos todo lo que pudimos al enemigo (y así se produjo la victoria de Lepanto, y así tuvo lugar la expulsión de los moriscos, que colaboraban en las razias). Y cuando capturaban a los blancos, los padres terciarios y mercedarios intentaban rescatarlos. Nada de todo ello existió nunca en África.

lunes, 15 de septiembre de 2014

El fútbol como religión



-El fútbol se ha vuelto una cosmovisión, una forma de entender el mundo y de dar sentido a la vida.

-Mirándolo bien, el fútbol para mucha gente cumple las características religiosas: fe, entusiasmo, calor, exaltación, un campo de fuerzas y una permanente apuesta de que su equipo va a triunfar.

Para millones de personas el fútbol, el deporte que posiblemente moviliza a más gente en el mundo, ha ocupado el lugar que comúnmente tenía la religión. Algunos estudiosos de la religión, solo para citar a dos importantes como Emile Durkheim y Lucien Goldmann, sostienen que la religión no es un sistema de ideas; es antes «un sistema de fuerzas que movilizan a las personas hasta llevarlas a la más alta exaltación» (Durckheim). La fe viene siempre acoplada a la religión. Ese mismo clásico afirma en su famoso libro Las formas elementales de la vida religiosa: «la fe es ante todo calor, vida, entusiasmo, exaltación de toda la actividad mental, transporte del individuo más allá de sí mismo» (p.607). Y Lucien Goldamnn, sociólogo de la religión y marxista pascaliano, concluye: «creer es apostar a que la vida y la historia tienen sentido; el absurdo existe, pero no prevalece».

martes, 2 de septiembre de 2014

El infinito disparate humano



La orgía de sangre entre el tigre César, el toro Hurón, los migueletes y el pueblo de San Sebastián.
Ocurrió en Donostia, en 1904. Con la plaza de toros a reventar, el espectáculo del día era la lucha entre un tigre de bengala y un toro de lidia. Se montó una jaula en el centro de la arena, donde fueron encerrados juntos ambos animales. A la primera embestida del rumiante, el tigre quedó bastante maltrecho contra los barrotes, y quedó quieto, como atontado. El público comenzó a protestar indignado, y al organizador no se le ocurrió otra cosa que lanzar cohetes contra el tigre para azuzarlo, pero lo que consiguió fue hacer enloquecer de terror al bóvido.
Aterrado, el toro embistió contra la puerta de la jaula, destrozándola, y ambos animales salieron a la arena. Un burladero protege de un toro, pero un tigre de bengala es otra historia.
A partir de ahí, la escena que siguió fue dantesca. El público escapaba presa del pánico, pisoteándose unos a otros. Los migueletes (Precursores de la Guardia civil), abrieron fuego contra el tigre, sin percartarse de que las balas rebotaban en la arena, y alcanzaban oblicuamente en el público, entre el cual, algunos espectadores venidos desde el país vasco-francés, sacaron pistolas y comenzaron a disparar contra los guardias.
CONCLUSIÓN: Dos personas, un toro y un tigre muertos y veinte heridos por disparos de bala.
Dos semanas después, se prohibió en todo el territorio nacional español las peleas entre animales.