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martes, 2 de septiembre de 2014

El infinito disparate humano



La orgía de sangre entre el tigre César, el toro Hurón, los migueletes y el pueblo de San Sebastián.
Ocurrió en Donostia, en 1904. Con la plaza de toros a reventar, el espectáculo del día era la lucha entre un tigre de bengala y un toro de lidia. Se montó una jaula en el centro de la arena, donde fueron encerrados juntos ambos animales. A la primera embestida del rumiante, el tigre quedó bastante maltrecho contra los barrotes, y quedó quieto, como atontado. El público comenzó a protestar indignado, y al organizador no se le ocurrió otra cosa que lanzar cohetes contra el tigre para azuzarlo, pero lo que consiguió fue hacer enloquecer de terror al bóvido.
Aterrado, el toro embistió contra la puerta de la jaula, destrozándola, y ambos animales salieron a la arena. Un burladero protege de un toro, pero un tigre de bengala es otra historia.
A partir de ahí, la escena que siguió fue dantesca. El público escapaba presa del pánico, pisoteándose unos a otros. Los migueletes (Precursores de la Guardia civil), abrieron fuego contra el tigre, sin percartarse de que las balas rebotaban en la arena, y alcanzaban oblicuamente en el público, entre el cual, algunos espectadores venidos desde el país vasco-francés, sacaron pistolas y comenzaron a disparar contra los guardias.
CONCLUSIÓN: Dos personas, un toro y un tigre muertos y veinte heridos por disparos de bala.
Dos semanas después, se prohibió en todo el territorio nacional español las peleas entre animales.

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