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sábado, 14 de marzo de 2020

Covid 19, una tormenta demasiado perfecta



No creo en las conspiraciones, pero tampoco en las casualidades. No puede ser casualidad que el agente inicial de una pandemia que según los medios de comunicación amenaza con extenderse por todo el planeta se encuentre precisamente en China, un país donde sobra población para los experimentos de ingeniería social y aún queda remanente para inundar de turistas las cuatro esquinas de Europa. Y menos casualidad me parece que el foco primigenio de la infección aparezca en Wuhan, ciudad de doce millones de habitantes en la que una de sus industrias más importantes es la de investigación farmacéutica y biogenética. Si añadimos al puzzle hechos tan simpáticos como que militantes globalistas, acérrimos de la causa como Bill Gates y Soros, son dueños de alguna que otra empresa de investigación farmacológica y desarrollo de vacunas antivíricas en aquel mismo lugar, el asunto empieza a oler a chamusquina.