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viernes, 28 de agosto de 2015

El puritanismo y la perversión en la España del PP



Este es uno de los muchos textos que envío a dormir el sueño de los justos una vez concluidos. Y he pensado recuperarlo porque compruebo, como una recurrente causalidad, que no somos pocos los juntaletras que coincidimos en la exposición del mismo interés temático. Y es que eso de las sincronicidades no es nada metafísico, sino una consecuencia, por poco común que parezca el objeto del debate.

Paco Bello 



Conozco, leyendo un artículo en esta misma página, que el pasado 22 de abril el Tribunal Supremo dictaminó que ir como nuestra madre nos trajo al mundo no es un derecho, ni siquiera en una playa. Supongo (puestos a suponer), en vista de que a los bebés no los sancionan al nacer de esa forma tan poco decorosa que, en los hospitales, al menos mientras salen de salva sea la parte (no se me vaya a ofender tan digno tribunal si me refiero a la vagina o al coño), sí pueden mostrarse sin aderezos que cubran sus partes pudendas. Y supongo también que, en casa (el que tenga), semejante desvergüenza no debe estar prohibida tampoco en los adultos, aunque quizá nos libramos porque nadie ajeno a la familia (e incluso dentro de ella) nos ve en cueros. 

Más allá de tomárselo con ironía esto me parece de la máxima relevancia. Vamos para atrás como los cangrejos. Del amor libre de los sesenta (en el ‘mundo libre’) a las sanciones por resultar indecoroso mostrarnos al natural han pasado cincuenta y cinco años hacia delante, y en reversa. 

Me resulta inexplicable tanta necedad. Más allá de los cánones de belleza impuestos o de la sabiduría de la naturaleza, el cuerpo humano, atractivo o no, es el que tenemos. Un cuerpo no avergüenza, y la cultura que lo considera indecoroso debe estar muy enferma, casi tanto como enfermos acaban los que la asumen y babean viendo una teta o un culo desnudo en una playa, o como aquellos que fruto de las restricciones y/o represiones sexuales tienden a satisfacer sus perversiones abusando de aquellos a los que pueden dominar y que tienen más a mano. 

Esta sociedad, al contrario que un cuerpo desnudo, en algunos aspectos da cada día más pena y asco (a partes iguales). La moral religiosa no solo no acaba de irse sino que vuelve con más fuerza. Y no es la primera vez que lo consigue, porque solo hay que comparar la España de los 30 y la de los 40 para tenerlo claro. 

A este respecto hay quien quiere justificarse o engañarse –y en muchos casos sin ser plenamente consciente de lo contaminado que se está por la cultura religiosa– con que lo de vestirnos tiene más que ver con una cuestión de higiene que con el hecho de que ir desnudo sea reprobable, aunque al mismo tiempo no se suele poner pegas a estar en un chiringuito, un spa, un baño turco o un gimnasio con unas prendas que tapan lo mínimo, o incluso sin ellas, duchándonos juntos (con segregación por sexo, obviamente), o a nadar en una piscina pública en la que se han disuelto todos esos poco higiénicos fluidos e inmundicias (entiéndase el sarcasmo) que de ninguna manera se compartirían simplemente por la peligrosa desnudez pública. 

Se ha conseguido incluso que el erotismo (femenino, por supuesto) –eso de que es mucho mejor insinuar que mostrar– se considere algo elegante y la desnudez sin intenciones sexuales algo sucio. Recordemos que la desnudez ya no es un derecho. 

doc0421mAunque no lo parezca, la libertad de los cuerpos, especialmente el de la mujer, equivale en gran medida a una libertad en mayúsculas que trasciende por mucho lo físico. Y aunque no pueda plantearse como un propósito a corto plazo, precisamente en un país en el que hay quien denuncia en facebook con resultado de censura (y eso nos ha ocurrido) imágenes de pechos femeninos desnudos (aunque estén acompañados de una rodilla policial sobre una cabeza), solo hay una manera de acabar con esa cultura del pecado y la vergüenza que crea monstruos y favorece desigualdades, mafias, perversiones, negocios, abusos y traumas. Solo el desnudo natural, sin connotación sexual, sin poses, sin gestos, sin carnosos labios apretados entre los dientes y sin gotas de sudor que resbalen por cuerpos esculturales que nos digan “soy una bomba sexual, soy un objeto”, puede acabar con la deformación cultural. Solo cansarnos de ver tetas, culos, coños y pollas que pasean y conviven puede hacer que dejemos de verlos como tal, y pasen así a ser parte del cuerpo dejando de tener mil nombres como no los tienen un antebrazo o el dedo pulgar. Ese pudor condicionado es poder. Y es un poder, este sí, contra-natura. 

Y aparte de esto, por supuesto, que viva el sexo, el hetero y el homosexual, el de la imaginación y el que está por sentirse, pero que no tenga nada que ver con algo oculto o prohibido que pueda usarse en nuestra contra. Y al que le moleste (beatas sumisas y violentos pervertidos fachas principalmente) que se meta en una iglesia o en una sede del PP (aunque en ambos lugares puede acabar jodido/a). Pero no dejemos que nos lleven de nuevo a escenarios que creíamos olvidados y a los que parece que nos quieren reconducir.



http://iniciativadebate.org/2015/08/08/el-poder-de-la-religion-el-puritanismo-y-la-perversion-en-la-espana-del-pp/


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