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jueves, 29 de agosto de 2013

La desconocida historia de la esclavitud en España, 1



En el Puerto de Barcelona se levanta un monumento en honor a Antonio López y López, primer marqués de Comillas, destacado prohombre de la ciudad que hizo fortuna con la trata de esclavos en las Antillas. Su hija se casó con Eusebi Güell, mecenas de Antoni Gaudí e inspirador del espectacular parque Güell, que a la vez había recibido una considerable fortuna de parte de su padre,Joan Güell i Ferrer (también con un monumento en plena Gran Vía), que se había enriquecido también con la trata de esclavos.Josep Xifré, primer presidente de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Barcelona (el embrión de La Caixa), también se lucró con el negocio de los esclavos. La familia Vidal-Quadras (los antepasados del eurodiputado del PP, Alejo Vidal-Quadras) participaron del mercado esclavista en el siglo XIX. Alicia y Esther Koplowitz, dos de las empresarias más conocidas de España, son hijas de Esther Romeu de Juseu y Armenteros, aristócrata cubana y como ellas marquesa de Casa Peñalver, de Campoflorido, del Real Socorro y de Bellavista, pomposos títulos unidos a las grandes plantaciones familiares en Cuba con cientos de esclavos. Pablo Epalza, futuro fundador del Banco de Bilbao(BBV) amasó también gran parte de su fortuna con la trata.
No son los únicos, en la actualidad nuestras calles están repletas de reconocimientos en forma estatuaria o en placas nominales a grandes nombres asociados a la trata de esclavos en los siglos precedentes. La reina María Cristina de Borbón, con monumento frente al Casón del Buen Retiro y célebre parada de metro en Barcelona, en compañía de su segundo esposo, Agustín Fernando Muñoz y Sánchez, I Duque de Riánsares, practicó y promovió la trata de esclavos en las islas caribeñas y tuvo participaciones en diversos ingenios azucareros en el siglo XIX.

Otro ilustre de nuestra historia es Leopoldo O’ Donnell, ex presidente de gobierno que ejerció la Capitanía general de Cuba con puño de hierro entre 1843 y 1848, ordenó una cruel represión tras una revuelta esclava en la isla, conocida como Conspiración de la escalera, por ser el utensilio que utilizaron para torturar a los sediciosos. Sin duda le interesaba controlar un negocio del que se lucraba indirectamente, según el cónsul británico en la isla, por cada “pieza” desembarcada recibía 51 pesos de los negreros. Los ingleses calcularon que debió amasar hasta 500.000 pesos durante su estancia en la isla (el equivalente a diez millones de reales en la moneda española de la época, una fortuna).

Incluso en los últimos años del negocio negrero, cuando solo subsistía en Brasil y en las Antillas, el ilustrísimo político españolAntonio Cánovas del Castillo lucho ferozmente contra los proyectos abolicionistas que surgieron en las Cortes entre 1869 y 1870.

Son solo algunos de muchos ejemplos que ligan nuestro actualstablishment político y financiero con la luctuosa y desconocida trata de esclavos española, un negocio grandioso que permitió financiar la revolución industrial que vivieron principalmente Cataluña y el País Vasco en la segunda mitad del siglo XIX. Una terrible lacra que pervivió en territorio español hasta la cercana fecha del 7 de octubre de 1886, cuando la puesta en libertad de los últimos 25.000 esclavos en Cuba y los territorios de ultramar ponía fin a más de 400 años de comercio esclavista español. Solo Brasil conservaba la esclavitud hasta entonces.

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