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viernes, 10 de diciembre de 2010

Sumisión ciudadana o social-conformismo

La siguiente anécdota es reveladora del desolador panorama que nos domina. Hace unos días, una administración local española planteaba cerrar dos centros de trabajo. Aunque el carácter funcionarial de los empleados impedía el despido, a éstos se les explica en una reunión que se cambiarán sus turnos de trabajo, perderán varios pluses económicos, no existirá en principio un criterio equitativo y transparente para la recolocación ni tampoco se informa de en qué órgano legislativo se ha decidido el cierre de los centros. A continuación, el alto cargo pide que los trabajadores manifiesten sus posiciones, reclamaciones o comentarios. Un empleado de los de mayor titulación pide la palabra y pregunta: “¿El cierre será el 31 de diciembre o el 1 de enero? Es para organizarme las vacaciones”.

Este ejemplo nos dibuja el paisaje de sumisión y conformismo que se divisa entre la población. Durante siglos los pueblos han luchado por mejorar sus condiciones de vida, en la búsqueda de una sociedad más justa y desigual. En esa causa, millones de seres humanos dieron su vida enfrentándose a crueles dictaduras. Hoy, sin necesidad de esa represión, en los países desarrollados se asume la pérdida de derechos sociales conquistados y no se atisba un movimiento crítico de contestación a los atropellos de los poderosos.

Asistimos a "un rechazo hacia cualquier tipo de actitud que conlleve enfrentamiento o contradicción con el poder legalmente constituido". La guerra, la explotación y la competitividad, elementos todos ellos aberrantes de cualquier modelo de convivencia, son aceptados masivamente. "Nos entristece la injusticia, nos afectan emocionalmente las noticias que hablan del renacer de la esclavitud infantil, de la venta de órganos humanos, del comercio de niños, de la muerte por hambre. Es más, llegamos a encolerizarnos cuando nos muestran fotos y escenas donde se observan los horrores de las guerras. No soportamos tampoco a dictadores, caudillos y somos alérgicos a la arbitrariedad. Llegamos a defender el medio ambiente y la naturaleza. Nos identificamos con todo tipo de causas justas y valoramos en mucho la amistad, pero nuestro quehacer cotidiano es contrario a dichos postulados. Nos convencemos de la paradoja del conformismo"

[...]

Pascual Serrano
Rebelión

http://www.rebelion.org/hemeroteca/cultura/031104mr.htm

1 comentario:

Kata dijo...

Muy de acuerdo con el texto... nos hemos acostumbrado tanto a que nos digan que tenemos que hacer y como hacerlo que nada nos mueve el culo del sofa...


Un abrazo!!