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sábado, 18 de diciembre de 2010

Y así acabarán negando hasta a su propia madre. Simplemente no quieren creer

Orestes perseguido por las Furias
Adolphe William Bouguereau

Hombre, nunca me lo había planteado así. ¿Yo no quiero creer? Pues la verdad, no lo se. Tengo muy claro que no creo, bien por que nunca he encontrado razón alguna para ello o simplemente por que no he sentido la necesidad. De todas maneras pienso que es muy obvio; creer o no creer no es un acto que se pueda ejercer a voluntad del usuario. Así pues, empecinarse en verlo como una opción personal más, no deja de ser una torpeza por no decir que una notable falta de inteligencia y puede hacer sospechar que quien eso piensa de otros puede muy bien declararse creyente bajo ese mismo principio; como quien declara una preferencia, como parte de una ideología, como imperativo social o pose ante el mundo, sin mas trasfondo.

Y así, por una natural y espontanea falta de creencia, sin otra razón, resulta que alguien es acusado sistemáticamente de negacionista compulsivo, dogmático, arrogante y amigo del mal entre muchas otras lindezas de mayor calado, pues es hasta posible que ese alguien, que no soy yo, pueda sentirse agredido y perseguido por cuestiones de conciencia. Lo cual, por cierto, está penado por la ley. Pero olvidándonos de esto; la verdad es que con esta actitud también se da pie a que quien esta injusticia sufre, responda con la misma moneda y entre muchas otras cosas, diga por ejemplo: Si nadie puede objetivamente, señalar causa alguna por la que creer en la existencia de ningún ente sobrenatural, no puede haber otra razón que una desmedida tendencia al rebaño, la incapacidad manifiesta para sentirse un hombre libre y dueño único de sus actos y sus palabras, la estupidez, el miedo a la muerte y el miedo irracional a la vida, la que mueva al hombre irremediablemente a inventarse un ser superior bajo el cual ponerse a salvo de todo mal y al falso amparo del cual poder crear la ilusión de un futuro asegurado. Como ya he dicho; la habilidad de creer o no creer, no se puede ejercer a voluntad. Por tanto; decir esto sería profundamente ridículo, simple, injusto, ofensivo, prejuicioso, gratuito y fuera de lugar. Así que yo no lo diré, tal y como lo ha dicho Él.

2 comentarios:

Alamut dijo...

Quizá lo que moleste es la capacidad de ser libre, la libertad de conciencia o del que tipo que sea. Ver volar.

Felipe Postigo dijo...

Yo también lo creo así Alamut. La capacidad de ser libre es sin duda una amenaza para los señores y un agravio comparativo para los que se sienten vasallos.