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lunes, 6 de mayo de 2013

My hated Maggie

by Damián


Maggie! ¡Maggie! ¡Maggie! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!”. Aquella exigencia que proclamaba la izquierda, por fin, se ha cumplido. Durante los años ochenta, en innumerables manifestaciones, aquel grito constituyó la expresión de una curiosa ambivalencia, la intimidad que suponía llamarla por su nombre de pila y, al mismo tiempo, el rechazo más furioso a todo lo que representaba. “Maggie Thatcher”: dos enérgicos troqueos que contrastaban con el suave ritmo yámbico del Estado de bienestar en la Gran Bretaña de la posguerra. Todos los que vivíamos desolados por la brusca aversión que era evidente que le inspiraba aquel mundo confortable y dominado por el Estado, no nos conformábamos con tenerle antipatía. Nos encantaba tenerle antipatía. Ella nos obligaba a optar, a decidir qué cosas eran verdaderamente importantes.


Imagen: Damíán. Acuarela sobre papel

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