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domingo, 8 de julio de 2012

Recuerdos de la casa Oriente / Paisaje perdido

Carlos, 2001
"Paisaje perdido"
Lápices de color

Recuerdo los inviernos crudos y tenebrosos, la nieve por todos los lados y una oscuridad que acechaba los tejados desde primera hora para caer definitivamente no mucho más tarde de las tres; recuerdo el cielo como una cortina de plomo sobre la cabeza, malos augurios que terminaban por agriar el carácter de los mayores y que a mí, me hacían rechinar los dientes por el largo camino de la escuela. Recuerdo los veranos sofocantes, los once chicos del pueblo unidos en jauría asilvestrada, las duchas heladas a cualquier hora y el sexo, o un sucedáneo recurrente y desapasionado, como el segundo plato del menú de ocio. A veces, en vacaciones, cruzábamos la frontera en busca de exóticos amores, de caras nuevas con quien rompernos la crisma, de valles más verdes y aguas más frescas y más limpias que inducían a soñar con un futuro lleno de promesas. Básicamente en eso, en el vano intento de hacer correr más deprisa los días, consistió mi infancia pero nunca, mientras duró, me moví de allí.

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