

Los hombres guapos son egoístas, engreídos y superficiales.
Los hombres que pueden presumir de ser buenas personas, son siempre feos.
Los hombres guapos y de buenos sentimientos, son homosexuales o están tan amarrados que resultan una causa imposible.
Los hombres guapos, libres, modestamente buenos y razonablemente hombres, creen que no somos lo suficientemente guapas para ellos.
Los hombres buenos y modestamente guapos, no tienen dinero o si lo tienen; tienden a pensar que este es el motor de nuestros sentimientos.
Los hombres guapos y sin dinero, han puesto sus ojos en el nuestro.
Los hombres sensibles a nuestra belleza personal, prudencialmente buenos y ricos, son unos cobardes o unos tímidos que nunca tomarán la iniciativa.
En definitiva: Los hombres modestamente guapos, relativamente ricos, razonablemente heterosexuales, aceptablemente valientes, suficientemente sensibles a nuestros encantos, medianamente buenos y admisiblemente inteligentes; puede que, al final, resulten estar perdidamente enamorados de una lagarta que no les hace caso, o simplemente; puede que no existan.
En este estado de cosas… ¿Cómo lidiar con ellos o como dejar de hacerlo?
Ciudad, a 11 septiembre de 2009
No quiero contradecirte esta noche, Nicanor. Soy consciente de lo que eres, de lo que representas y de que hablas así para animar los tuyos en estos momentos que consideras tan difíciles. ¿Cómo no voy a respetar esa circunstancia si al final, lo que dices, no es más que lo que se espera que diga un creyente? Mi objeción únicamente se dirige a tu infantil forma de entender a los ateos y al ateismo.
Los ateos, que al final no seremos muchos más que un puñado, menor aun que el vuestro, el de los ultra-católicos, pensamos que no existe un ser superior, creador de todas las cosas. Puedes adivinar pues, que no nos sintamos sus hijos, ni nos sintamos supeditados a su señorío y su majestad como tú, estimado Nicanor. Así que no puede ser posible que nos irrite
Si como dices, hay millones, que llamándose ateos a si mismos, manipulan vuestra palabra para ridiculizar a vuestro Dios y para anunciar versiones extravagantes sobre su naturaleza, harás bien en llamarlos enemigos, pero no en llamarlos ateos. Esos son creyentes por más que sean anticlericales o anticristianos. Son creyentes por más que lo nieguen y aun que lo desconozcan ¿Quién puede saber en quien creen? Tal vez, ni muchos de ellos lo sepan, ni a muchos les preocupe saber. Tal vez sólo obren rectamente según el mandato de su Señor, o rectamente según el mandato de su manipulada conciencia, pero de una cosa puedes estar seguro, querido Nicanor; todos los que destruyen o han destruido a lo largo y ancho de la historia, mas de lo que construyeron, son destructores en mayor grado que creyentes o ateos.
Un saludo cordial
A pesar de sus palabras amorosas, yo no podía responder. Parecía que algo atravesaba mi garganta. Por un momento me sentí nuevamente un niño en mi añorada Europa. Después noté su cariñoso abrazo y oí su tierna mirada de despedida, pero no pude decir nada y se fue, mirándome, hasta que se perdió a lo lejos.
Cierto tipo, del que ahora no recuerdo su nombre, dijo una vez; “la verdad os hará libres”. Lo cierto es que probablemente tenía razón, pero se le olvidó añadir, por que él era muy de prontos y se pasaba con facilidad de una cosa para otra, que quien proclamase dicha verdad se ganaría la antipatía de sus semejantes. Lo cual es todavía más seguro que lo primero y le habría dado la totalidad de la razón. Pero no lo hizo. No añadió nada a tal afirmación. Por eso a nosotros, que somos tan nuestros para estas cosas, nos quedó una duda corrosiva. Por eso hemos tardado tanto en sopesar todo lo positivo y lo negativo de utilizar la verdad como tarjeta de visita. Por eso, se puede decir ahora, por primera vez y sin miedo a equivocarse demasiado, que la verdad nunca merece la pena. A fin de cuentas, el Estado ya garantiza la libertad y a nadie le cae bien un aguafiestas por mucha razón que lleve. ¿Verdad?
Por lo que respecta a sus huesos, unos pretendían que pertenecieran a un hombre, lo que probaba la existencia de una extinta raza de gigantes de bronce. Otros afirmaron sencillamente reconocer los restos mortales de una deidad que sufrió tormento. Pero el pueblo, que en dos minutos se arremolinó en torno a los doctores extranjeros, sólo guardó un sentido silencio.
Imagen: Zaipi (1993)
Aquel día amaneció sin nubes. Hacía viento y apenas quedaba nieve sobre los campos. Recuerdo a un caminante, octogenario e infatigable conversador, que me hizo compañía; me habló de la ciudad, de su condición de cuna del Reino de Aragón, de su gran ciudadela, magníficamente conservada, pero mal situada estratégicamente a causa de la especulación inmobiliaria del siglo XVI, de la sublevación de los capitanes Galán y García y del consejo de guerra, presidido por el general Franco, que les condenó a muerte, de una bomba de la aviación republicana que en enero de 1937 mató a un vecino mientras trabajaba en el campo, apenas a cincuenta metros de donde nos encontrábamos nosotros… ¡En fin! Apasionante, pero hacía tanto frío aquella mañana que me dolían los dedos y no sentía las orejas ni…
Imagen: Damián (Acuarela sobre papel, 2003)
La verdad es que el pobre Dios fue creado en medio de un caos inaceptable. Tanto fue así que aprovechó un descuido, aun estando incompleto, para apropiarse del Universo. Se emborrachó como nunca se había emborrachado, cantó boleros hasta el amanecer y para frotarnos por la cara su poder de mago, se meó, como un perro sarnoso, en el árbol de nuestros miedos.
Imagen: Amón Non (Homo Creator, 1996)
… y aparecieron los críticos y muchos los llamaron reaccionarios. Y gritaron tanto que hubo que emplear la fuerza para callarlos, pero a pesar de todo, se extendieron por todas las provincias con rapidez y algunos aun les llamaron reaccionarios. Un día propusieron la Revolución, y el pueblo les siguió, y entonces se llamaron liberadores y caminaron hacia la capital gritando; muerte al represor. El pueblo, en extasis, les vitoreó, y al final de la lucha instauraron un orden más justo. Se hicieron nuevas leyes a las que llamaron Justicia para salvaguardar aquel nuevo espíritu por muchos años y se educó al pueblo en su justa medida. Entonces volvió el hambre y aparecieron los críticos y muchos los llamaron reaccionarios. Y gritaron tanto que hubo que emplear la fuerza para callarlos…
Luego que ambas llegaron al palacio,
Donde habitaba Paris el divino,
Fueron a las labores de su sexo,
Las doncellas de Elena, y la princesa
Subió a la estancia hermosa de Alejandro,
La risueña y brillante diosa Venus,
Tomó luego una silla para Elena,
Que colocó á la frente de la cama
De Paris el divino. Elena al punto
En ella se sentó; pero volviendo
Con desprecio los ojos a otro lado,
Le dio estas reprehensiones tan amargas:
>>¿Así estás ya de vuelta del combate?
>>¡Ojalá que domado por la mano
>>Del héroe que antes tuve por esposo,
>>Hubieras perecido en esta lucha!
Imagen: Carlos (Venus 1996)
Siempre oí decir que si en el mundo mandáramos las mujeres el mundo sería algo mejor, por que las mujeres somos más sensibles y más compasivas que los hombres. Como mujer que ha sufrido, igual que todas, no pocos prejuicios machistas, me parece que en la actualidad existe por nuestra parte un cierto revanchismo histórico. Una especie de paranoia colectiva que nos mueve a entender, por que así nos han dicho que debíamos entenderlo, que las nuevas leyes, mas favorables para la mujer que para el hombre, no son otra cosa que normas emanadas de la justicia natural. Yo creía que el hecho de haber sido históricamente víctimas, serviría al menos para no repetir los patrones de conducta de los victimarios y ser más humanas que ellos. Por eso, si históricamente el sexo masculino nos ha sometido a leyes injustas, nos ha discriminado y hasta ha escrito tratados filosóficos “demostrando” que éramos menos inteligentes, más débiles y desde luego menos racionales que ellos, no hagamos nosotras lo mismo. Antigua es la frase aquella de que el hombre es un lobo para el hombre, demostremos nosotras ahora que la frase no puede de ninguna manera tener su correlato en femenino. Esa sería, sin duda, la mejor de las venganzas. Una cosa es que se intente compensar la desventaja histórica que hizo que nosotras fuéramos unas parias durante siglos, y otra que una acepte alinearse irreflexivamente con aquellos que gratuitamente, o casi, se han erigido en defensores y garantes del eterno predominio femenino.
Tuvalu nació pobre y olvidada en el medio del Pacífico Sur. Su nombre apenas ganó cierta resonancia en el 2004 cuando llamó la atención que un país tan pobre abonara un cánon elevado y enviara a un representante a
Mientras tanto, todos los gobernantes del mundo se reúnen para tratar el teórico calentamiento global. Una teoría inquietante que indicaría que, ante el cambio de clima los hielos polares se derretirán aumentando el volúmen de agua de los océanos que invadirán las tierras costeras. Evitarlo significa invertir demasiado dinero y ¿qué gobernante del mundo estaría de acuerdo en gastar tanto dinero en algo que tal vez, va a pasar muchos años después de que su propio mandato termine o incluso, de que su propia vida termine?. Piensan que es un problema a futuro y que la gente del futuro lo arreglará a su debido tiempo.
Pero en Tuvalu el calentamiento global aprobó su examen práctico: las aguas invaden la isla a paso acelerado demostrando que el futuro es hoy. Poniendo de manifiesto que lo que antes ocurría en una era geológica hoy ocurre en el término de una vida humana. Tuvalu es el primero de la lista, el más notorio. Le seguirán otros, muchos kilómetros de costa irán desapareciendo si el proceso no se detiene a tiempo. Tuvalu es el aviso, el ejemplo, la demostración de lo que viene. Sin embargo Tuvalu permanece anónimo y desconocido. La prensa del mundo entero parece ignorarlo, después de todo el Apocalipsis carece de popularidad.
Tuvalu pronto será un nombre sonando en el vacío del viento, susurrado como en secreto, como algo que nunca pasó. La historia lo recordará como el primer país en desaparecer pero no el único. Mientras tanto la humanidad mira para otro lado; prefieren no darse cuenta de que las predicciones científicas se hicieron realidad y que la aterradora teoría ya está demostrada. Todos los gobernantes del mundo prefieren ignorar, todos salvo uno, el gobernante de Tuvalu que, sentado sobre una solitaria piedra de lo que fuera una playa, solloza y se da cuenta de que ya no hay un país que gobernar.
"No se puede defender lo que no se ama y no se puede amar lo que no se conoce"
Me tumbé en la arena con lágrimas en los ojos. Estaba borracho, pero, pese a todo, recordé haber jurado que no pensaba regresar solo. Encendí otro cigarrillo bajo las estrellas. No había luna y la brisa olía a orina, a desagüe y también a mar. Dejé rodar la cabeza hacia un lado y vi el mostrador. El barman conversaba tranquilamente con un par de ancianos, quizá pescadores, que me observaban sin disimulo. Hice un esfuerzo por apurar el contenido del vaso y, a duras penas, me puse en pie.
-Adiós –dije antes de alejarme, pero no obtuve respuesta.
Primero caminé hacia el mar, luego hacia unas voces que jaleaban. Cruce bajo un arco de piedra. El suelo estaba ahora adoquinado y no había luz. Entonces reconocí su risa y el corazón me dio un vuelco. Corrí hacia ella; sólo, quería abrazarla, besarla y rogarle que volviera, pero tropecé y caí al suelo. Me herí la barbilla y las manos; sangraba. Avance de rodillas, vi un resplandor y seguí avanzando. Allí la encontré; junto al viejo muro en ruinas, en pie, desnuda y apenas iluminada por la luz de un fuego casi extinguido. Parecía en trance; se reía y danzaba, y giraba lenta sobre si misma mientras hacia molinos con los brazos. A su alrededor, sentados en el suelo, cuatro hombres, casi muchachos, aplaudían y coreaban muy excitados. Palmeaban sus nalgas, magreaban su sexo y sus senos; a veces con tanto ímpetu que a punto estaban de derribarla y entonces todavía se excitaban más y aun crecían la ovación y las palmas. Pero ella, parecía ajena a este mundo. Solo se reía y giraba y giraba dentro del círculo, mientras una fina banda de color azul se abría paso en el horizonte.
En la soledad de casa solo se escucha tic tac, tic tac. Con el bullicio del pequeño ni siquiera me oyen.
Tengo miedo, hace días que no veo a mi hermana o por lo menos no viene a mi lado.
Mi madre calla, se escucha su respiración mezclada con mi tic tac: me mira y corre a la habitación con un vaso de agua. Un frasco de pastillas, una cucharada, un médico, otro médico, la enfermera.
Otra vez se juntan las manecillas: es media noche. Mamá clava sus ojos en mí. Papá acaba de morir.
Ahora descansaré, ya no se ocupará de mí. Mamá clava sus ojos en mí como si…
En la soledad de casa solo se escucha tic tac, tic tac, tic tac
Imagen: Damián 1999
Hoy te parece equivocado lo que ayer aceptabas como cierto. Intentas apartarlo y, con ello, sentir que triunfó la razón. Sin embargo, antes eras otro, como todos. Y, tal vez, necesitarás ese error tanto como hoy necesitas tus verdades. Era como una piel que escondía lo que no tenías permitido ver.
Friedrich Nietzsche
Imagen: Carlos