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martes, 28 de julio de 2009

Éneo

Por lo que respecta a sus huesos, unos pretendían que pertenecieran a un hombre, lo que probaba la existencia de una extinta raza de gigantes de bronce. Otros afirmaron sencillamente reconocer los restos mortales de una deidad que sufrió tormento. Pero el pueblo, que en dos minutos se arremolinó en torno a los doctores extranjeros, sólo guardó un sentido silencio.

Imagen: Zaipi (1993)

1 comentario:

Enrique Palacios dijo...

Pero eran huesos de Tyrannosaurus...