Damián, 2007
"Plaza de la Catedral"
Acuarela sobre papel
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Puede que haya quien crea que jamás volverá a recorrer una auténtica plaza de pueblo, que estas ya duermen sus glorias museables en viejos carretes de blanco y negro o al abrigo del polvo de las vitrinas y que a estas alturas todas ellas han sido definitivamente barridas por el escobón municipal del tanto por ciento y la especulación urbanística.
Como en la carpa de un teatrillo íntimo, como el cucurucho de una lona de circo, pueda tal vez barruntarse que la plaza de pueblo hace mucho que levó anclas en pos de un olvido irreversible.
Afortunadamente, y como Damián nos deja bien claro, eso todavía no es así.
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