Durante toda la historia de España la trata de esclavos fue una realidad hoy olvidada pero muy común entre nuestros ancestros. La esclavitud y la negritud asociada a esta vil consideración social eran moneda de cambio común en el pasado. Desde cuadros de Goya como La Boda (1792) donde aparece a un mulato, a diversos pasajes de El celoso extremeño de Cervantes, cuadros de Velazquez o Murillo, muestran una realidad muy común en el Siglo de Oro español. Se calcula que vivían en España cerca de 58.000 esclavos a finales del siglo XVI, una cifra que fue decreciendo paulativamente hasta su desaparición bien entrado el siglo XIX, al tiempo que en las américas su número iba alcanzando cifras estratosféricas. El negocio de la esclavitud estaba en América.
La historia de la esclavitud en España, como en otras partes del mundo, es amplia y sus orígenes se pierden en el tiempo. Conducta habitual durante la Antigüedad, la caída del Imperio Romano hizo que su uso fuera en declive en Europa, comparativamente con los años de bonanza imperial, pero la trata de esclavos seguía siendo habitual como comercio basado en los cautivos de guerra: musulmanes en la vertiente mediterránea e infieles de origen báltico en el norte europeo.
Por lo que en los años siguientes a la Reconquista era muy habitual la tenencia de esclavos en las casas, principalmente de origen musulmán. Tanto es así que cabe recordar que en el Decreto de 1609 de expulsión de los moriscos se incluyó una salvedad en el reino de Valencia (donde eran uno de cada tres habitantes), se excluía a los que fueran de estado esclavos, que seguirían perteneciendo a sus dueños.
En cuanto al comercio de esclavos negros africanos, los árabes ya habían alentado un próspero mercado comercial en sus incursiones más allá del Sahara en los albores de la Edad Media. Se calcula que entre el siglo VIII y el XIX los árabes sustrajeron de África subsahariana y oriental entre ocho y doce millones de personas.
Como veremos a continuación los europeos se incorporaron más tarde al comercio africano pero lo hicieron con mucha más energía, sin duda. Desde el siglo XVI al XIX los europeos pudieron haber reducido a la esclavitud a cerca de 18 millones de negroafricanos, de los que se calcula que unos 700.000 (no solo negros) fueron llevados a la península ibérica.
Por este motivo durante siglos la presencia de esclavos negros no fue una nota exótica presente en cuadros o novelas sino que era más bien una realidad. Si bien la preferencia de los españoles estaba en los esclavos de tez clara (principalmente eslavos y euroasíaticos) que salían mucho más caros.
Un buen ejemplo lo encontramos en Barcelona, puerto que hasta la guerra civil catalana del siglo XV había sido uno de los puertos de entrada de esclavos más importantes del Mediterráneo occidental. Pero cuando los mercaderes catalanes reemprendieron sus labores, la irrupción del poderoso reino de Portugal y sus expediciones africanas habían hecho cambiar las tornas del comercio de esclavos. En ese momento los comerciantes catalanes se embarcaron hacia las costas atlánticas para conseguir las preciadas mercancías.
Según los registros notariales, tan abundantes en los archivos catalanes, podemos hacernos una idea de la magnitud del comercio en esta época. Entre 1494 y 1506 se aseguraron 61 cargas de barco por un valor de 39.990 libras que incluían oro plata, salazones, azúcar, curo y esclavos, pero de éstos 21 eran sólo de esclavos africanos y canarios sumando 16.870 libras. Teniendo en cuenta que de media un esclavo costaba unas 36,20 libras, la cifra es más que destacable. En palabras del profesor Iván Armenteros, investigador del CSIC especializado en Historia de la esclavitud Medieval y Moderna, en Barcelona aproximadamente el 10% de la población era esclava en el siglo XV, proporción muy similar a la que podía verse en la Sevilla del siglo XVI. En otro puerto importante del sur de España, en Cádiz, entre 1600 y 1649 el número de hijos de esclavos o esclavos adultos que fueron esclavizados fue de 11.420 (uno de cada diez bautismos).
Por lo que respecta a la América recién conquistada, su desarrollo está muy ligado a la manufactura del azúcar de caña y implantación de los “ingenios azucareros”: la unidad agrícola que comprende las tierras de cultivo y las instalaciones manufactureras además del grupo humano que trabaja en ellos. Muy pronto son los esclavos africanos los que sustituyen a la mano de obra nativa, muy perjudicada por las enfermedades trasladadas al continente por los primeros exploradores, en las minas, construcciones y en la agricultura.
En esta primera época de comercio negrero se calcula que entre 1501 y 1641 llegaron a los puertos americanos cerca de 300.000 africanos. A partir de 1595 la Corona Española optó por conceder el comercio de esclavos por “asientos”, para poder recaudar grandes rentas fiscales en todos sus puertos, así el negocio de la trata quedó hasta 1789 casi siempre en manos extranjeras. El caso más emblemático es el de los Países Bajos que con escasísimas colonias en América movilizó una importante flota esclavista.
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