Era tan popular en su cuerpo, en sus actitudes y en sus aptitudes que no se podía dejar de sucumbir a su vulgaridad aliñada siempre por su rabiosa belleza en flor. Pero aquella mujer era también, y antes que nada, un problema sin solución y, aunque nada en ella se podían negar, ni mucho menos obviar sus encantos, llegaba a verdaderamente fatigar por su manera de generar erecciones resueltas en nada.
Imagen: Orosia Sarasa (Óleo sobre lienzo)
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