Zaipi, 1998 Grafito y carbón sobre cartón entelado |
Fue tal vez el momento más ridículo de mi vida. No por el fracaso, que ya era de esperar, si no por la asunción de una estrategia a la que debí negarme desde el principio. Supongo que imaginé, como un idiota, que tenía alguna posibilidad y me perdió la lascivia. Aun la recuerdo en la cafetería, el día que me devolvió los pendientes, diciéndome aquello de que había sido muy bueno con ella y que se acordaría siempre de mí. No fui capaz de contestar. Fue todo muy lamentable.
No hace mucho la volví a ver por la calle junto a un jovencito muy apuesto. Empujaban los dos un coche de bebé. No me reconoció.
Cuando le di los pendientes a Marta, no se lo podía creer. Hacia años que no le hacía un regalo de esa categoría y eran tan bonitos...
1 comentario:
J'aime le regard profond de ce portrait... Très sensuel.
Bisous
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