Recibo en audiencia a mis fantasmas, pero ninguno acierta a preguntar por mi posición en el tablero. Yo siempre estuve seguro de moverme a paso de caballo, para no darme de frente con la vulgaridad, lo reconozco, para abrirme paso entre la multitud y también, como no, para tomarme, ni revuelto ni agitado, un lingotazo de libertad. De libertad condicional, claro está. La verdad es que tengo dudas razonables y nadie me aclara esta cuestión.
Imagen: Amón Non 1989
1 comentario:
Aceptaste con gusto tu parcelita de libertad condicionada y eso no tiene perdón de dios.
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