Ramón Ventura Non |
Por mayo el calor comenzaba ya a ser sofocante y con esa excusa, trasladé mis bártulos, y hasta el dormitorio entero, de la primera planta al jardín. Tenía un motivo creíble para estar a la vista de ella y poderla percibir con todos los sentidos. Reconozco que el primer plano que me dispensé era magnífico, pero ante él, mis textos sólo se adormecieron aburridos entre mis dedos y por más que, una y otra vez, intentara leer un párrafo, un bochorno febril siempre lo arrojaba fuera de mi mente. Ella pulsaba, trajinaba y latía desde mil lugares a la vez, agasajándome con unas vistas que me ponían cada vez más nervioso. El bamboleo de sus pechos de neón me excitaba y sus caderas rumorosas parecían a pocos pasos de mí, pero al alargar los brazos nunca alcanzaba a tocarle el culo. Iracundo, me erguía sobre el escritorio de madera, gritaba y luego agarraba con fuerza los folios en un intento por serenarme, pero solo conseguía diluir la tinta con mi propio sudor. Emborronar, hasta hacer ilegible, la larga historia de nuestro idilio.
6 comentarios:
Très belle illustration... Bisous
Muchas gracias Martin.
Besos también para ti.
¡Qué buen texto!
Me alegra que te guste, intruso
Impecablemente redactado, me gusta, sí señor!!!! BESITOS Y SALUDITOS DESDE CÁCERES.
¡Impecablemente! Me complace, si señora
Gracias Liova
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