de camisas y corbatas. Nuestra
primera infancia engañada. Una
solo era la bota que a Europa
humillaba. Los españoles
no del todo remotos, escuchábamos
los clarines y las palabras borrachas
del triunfo. Atada sobre el lomo
a Europa en toro veíamos;
sobre los trenes y los tanques
hacia otras constelaciones ignotas,
sin cedros, ni pinos, ni aves,
ni viento, ni semilla. Un Orden
nuevo vino, decían, y todas las campanas
doblaron desde las cúpulas.
Soldados y ciudadanos levantaban
el brazo en desafío al pueblo.
Crujían las trincheras. Pasaban los aviones
sobre la hierba y los tejados. Bajo la cruz
gamada caen los hombres: Atenas
en su peplo de plata, con sus plintos
y doseles, con sus calles milenarias.
París embarrada, barrios de muertos;
el cuerpo abierto, Brujas o Amberes;
Coventry como un papel manchado
por la tinta y el tintero.
Atada en el lomo del toro, Europa.
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