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| Orosia Sarasa "Una mujer en la plaza" Óleo sobre lienzo |
«Se
ha ido», pensó. «Se ha ido.» Nunca le había parecido tan llena de sentido esa
expresión. «Se ha ido»
Y
sin embargo, no era tan simple. Arrastraba un vacío inmenso en la cabeza y en
el pecho. Si la golpeasen allí,
imaginaba, sonaría a metálico y a hueco. ¿Cómo viviría ahora?, empezó a
preguntarse con una calma exagerada, como si tratara un asunto menor.
Apoyada la cabeza en la palma
de la mano, recorrió con la mirada la plaza desierta. Sintió el frío del banco y
aún más fuerte, la violenta sombra del roble mientras buscaba el tabaco por los
bolsillos. Tampoco palpó sus llaves, el teléfono ni ninguno de sus vestigios.
No traía nada de eso. Entonces, por primera vez, se asustó. «Se ha ido.»
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