José Pablo Feinmann
Hacia mediados de los noventa llamé a mi buen amigo Jean Baudrillard. Sabía que no andaba bien, pero todavía le quedaba una gran misión. Le correspondía a él. Yo había desarrollado una tesis sobre el poder de los medios para sujetar a los sujetos, que era una fórmula de Foucault. Pero el gran Michel no pudo tratar a fondo la cuestión del poder de los medios. Murió un poco abruptamente. Mi trabajo residía en demostrar que lo comunicacional era la revolución de la derecha, que no existía revolución que se le igualara en mucho tiempo. Miren, señores, hemos desarrollado un dispositivo tan poderoso que atraparemos sus conciencias en todos los terrenos posibles. En especial, los del entretenimiento.
Pero, ¡esto ya había ocurrido! La Revolución Comunicacional (vale decir: el poder del Imperio para mentir tan poderosamente que esa mentira era la verdad y se introducía en las subjetividades de los pasivos receptores como tal) había tenido un despegue increíble. ¡Tan espectacular, tan deslumbrante como un viaje a la Luna! Y fue el viaje a la Luna. La más grande patraña de la Historia. El que siga sosteniendo que no fue así, que no fue fraguado, que no fue virtualidad pura, creación del poder virtual, del arte del simulacro, del arte de “crear” la realidad, una realidad que no es real porque no tiene espesor, no es ontológica, no entenderá nada. Lo virtual no es el Ser. Es lo virtual.

¿Cómo un alma creativa puede resistirse a esta tesis? Que llegaron a la Luna en otro acto prometeico de la bendita modernidad no es más que otro cuento en la línea de la revolución industrial del siglo XIX, la máquina de vapor, el tren, el remington. No, esto es algo distinto, revolucionario. Lo sorprendente, lo que revela la nueva y renovada fuerza del poder, incluso su imaginación inagotable es... ¡que no fueron a la Luna! Hicieron así: llamaron a Werner von Braun, el sabio nacional socialista que estuvo a punto de ganar la guerra para Hitler, que alcanzó a tirar unas cuantas V2 sobre Londres pero los yanquis se le adelantaron con la atómica en Hiroshima.