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domingo, 17 de mayo de 2009
El gran silencio

miércoles, 13 de mayo de 2009
Venus

Luego que ambas llegaron al palacio,
Donde habitaba Paris el divino,
Fueron a las labores de su sexo,
Las doncellas de Elena, y la princesa
Subió a la estancia hermosa de Alejandro,
La risueña y brillante diosa Venus,
Tomó luego una silla para Elena,
Que colocó á la frente de la cama
De Paris el divino. Elena al punto
En ella se sentó; pero volviendo
Con desprecio los ojos a otro lado,
Le dio estas reprehensiones tan amargas:
>>¿Así estás ya de vuelta del combate?
>>¡Ojalá que domado por la mano
>>Del héroe que antes tuve por esposo,
>>Hubieras perecido en esta lucha!
Imagen: Carlos (Venus 1996)
domingo, 3 de mayo de 2009
Mujeres y sus nuevos sometidos

Siempre oí decir que si en el mundo mandáramos las mujeres el mundo sería algo mejor, por que las mujeres somos más sensibles y más compasivas que los hombres. Como mujer que ha sufrido, igual que todas, no pocos prejuicios machistas, me parece que en la actualidad existe por nuestra parte un cierto revanchismo histórico. Una especie de paranoia colectiva que nos mueve a entender, por que así nos han dicho que debíamos entenderlo, que las nuevas leyes, mas favorables para la mujer que para el hombre, no son otra cosa que normas emanadas de la justicia natural. Yo creía que el hecho de haber sido históricamente víctimas, serviría al menos para no repetir los patrones de conducta de los victimarios y ser más humanas que ellos. Por eso, si históricamente el sexo masculino nos ha sometido a leyes injustas, nos ha discriminado y hasta ha escrito tratados filosóficos “demostrando” que éramos menos inteligentes, más débiles y desde luego menos racionales que ellos, no hagamos nosotras lo mismo. Antigua es la frase aquella de que el hombre es un lobo para el hombre, demostremos nosotras ahora que la frase no puede de ninguna manera tener su correlato en femenino. Esa sería, sin duda, la mejor de las venganzas. Una cosa es que se intente compensar la desventaja histórica que hizo que nosotras fuéramos unas parias durante siglos, y otra que una acepte alinearse irreflexivamente con aquellos que gratuitamente, o casi, se han erigido en defensores y garantes del eterno predominio femenino.