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sábado, 26 de septiembre de 2009

Cartas para Nicanor - el buen ateo

Ciudad, a 11 septiembre de 2009

No quiero contradecirte esta noche, Nicanor. Soy consciente de lo que eres, de lo que representas y de que hablas así para animar los tuyos en estos momentos que consideras tan difíciles. ¿Cómo no voy a respetar esa circunstancia si al final, lo que dices, no es más que lo que se espera que diga un creyente? Mi objeción únicamente se dirige a tu infantil forma de entender a los ateos y al ateismo.

Los ateos, que al final no seremos muchos más que un puñado, menor aun que el vuestro, el de los ultra-católicos, pensamos que no existe un ser superior, creador de todas las cosas. Puedes adivinar pues, que no nos sintamos sus hijos, ni nos sintamos supeditados a su señorío y su majestad como tú, estimado Nicanor. Así que no puede ser posible que nos irrite la Luz de la hablas, ni el que sea proclamado el Evangelio por el mundo, ni tampoco que la Iglesia se haga grande otra vez, si esto no va a traer esta vez aparejado nuestro tradicional sometimiento. Nosotros, que no tenemos un decálogo propio, ni más nexo de unión que nuestra radical negación de lo divino, no extendemos nuestra verdad como lo hacen las religiones, ni nuestro afán es procurar el mal, sólo creemos en la libertad de la conciencia.

Si como dices, hay millones, que llamándose ateos a si mismos, manipulan vuestra palabra para ridiculizar a vuestro Dios y para anunciar versiones extravagantes sobre su naturaleza, harás bien en llamarlos enemigos, pero no en llamarlos ateos. Esos son creyentes por más que sean anticlericales o anticristianos. Son creyentes por más que lo nieguen y aun que lo desconozcan ¿Quién puede saber en quien creen? Tal vez, ni muchos de ellos lo sepan, ni a muchos les preocupe saber. Tal vez sólo obren rectamente según el mandato de su Señor, o rectamente según el mandato de su manipulada conciencia, pero de una cosa puedes estar seguro, querido Nicanor; todos los que destruyen o han destruido a lo largo y ancho de la historia, mas de lo que construyeron, son destructores en mayor grado que creyentes o ateos.

Un saludo cordial

domingo, 6 de septiembre de 2009

No pude decir nada y se fue.

Damián
"Despedida"
Acuarela sobre papel

A pesar de sus palabras amorosas, yo no podía responder. Parecía que algo atravesaba mi garganta. Por un momento me sentí nuevamente un niño en mi añorada Europa. Después noté su cariñoso abrazo y oí su tierna mirada de despedida, pero no pude decir nada y se fue, mirándome, hasta que se perdió a lo lejos.